¿Sabías que hace unos meses, la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) reveló que cerca de un 30% de la población española toma algún suplemento de calcio, omega – 3, magnesio, vitamina D, Vitamina C o Hierro?
No solo esto, los últimos datos aportados por Euromonitor, una compañía especializada en estudios de mercado, dicen que los españoles nos gastamos cerca de 260 millones de euros en complementos vitamínicos y dietéticos durante el 2017.
Entonces me pregunto, si una parte importante de la población española se gasta tanto dinero en estos productos, ¿será por qué son efectivos?
Suplementos en el mercado
Actualmente, tenemos a nuestra disposición una inmensa variedad de suplementos alimentarios. Sus argumentos de venta pueden ser muy variados: para quemar grasa, para perder peso, para ganar músculo, y hasta los que aseguran ayudar a mejorar el líbido y el rendimiento sexual. Otra cosa es que sean efectivos.
También podemos encontrar aquellos que aportan nutrientes necesarios, como los mencionados anteriormente.
Pueden estar elaborados a partir de un solo compuesto – como los de hierro – o de varios de ellos – los multivitamínicos-. Y sus formas también varían: los hay líquidos, sólidos, en polvo o en pastillas.
La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), definió los complementos alimentarios o también llamados suplementos, en la Directiva 2002/46/CE del Parlamento Europeo, como aquellos “productos alimenticios cuyo fin sea complementar la dieta normal y consistentes en fuentes concentradas de nutrientes o de otras sustancias que tengan un efecto nutricional o fisiológico […]”.
Estos se encuentran al alcance de los consumidores en distintos tipos de establecimientos (farmacias, herbolarios, gimnasios o supermercados). Y no requieren receta médica.
Parecen medicamentos, pero no lo son
Al no considerarse fármacos, su eficacia no está garantizada, tan sólo su seguridad. Es decir, podemos estar tomando un suplemento que sirva, según su descripción, para aumentar la memoria, y que, sin embargo, no tenga ningún tipo de efecto.
A diferencia de estos, los complementos no se pueden vender como tratamiento, o como productos que diagnostican, previenen o curan enfermedades. Esto significa que no deben hacerse afirmaciones como, por ejemplo, que “reducen el dolor” o “tratan enfermedades cardíacas”. Afirmaciones como éstas sólo las pueden realizar, legítimamente, los medicamentos.
Además, según un artículo que se publicó en 2018 en la revista de la Asociación Médica norteamericana, se argumentó que en ocasiones la composición de estos productos no es la que viene reflejada en la etiqueta. Bien porque le faltan ingredientes declarados o por que incluye otros que no declara. Algo de especial importancia y gravedad porque suelen ser sustancias de actividad farmacológica que el consumidor ignora que está consumiendo.
¿Qué dice la ciencia al respecto?
Según una importante publicación del 2014 llamada “Vitamin, Mineral and Multivitamin Supplements for the Primary Prevention of Cardiovascular Disease and Cancer”, que estudió el efecto de complementos vitamínicos y minerales en la prevención de enfermedades cardiovasculares y cáncer concluyó que:
“Hay muy pocos ensayos que hayan estudiado los efectos de los suplementos dietéticos en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular y del cáncer. De todas formas, entre estos, la mayoría no encontró ningún beneficio en sujetos sanos. […]. Además, los resultados obtenidos en otros ensayos realizados sobre poblaciones de estas enfermedades desalientan realizar más estudios en la población sana […].
Otra investigación, del pasado mayo, publicado en Annals of Internal Medicine, que analizó el uso de suplementos alimenticios y el consumo de nutrientes en relación con la mortalidad en adultos en Estados Unidos, concluyó que, a diferencia de una dieta equilibrada, su ingesta no se asocia a beneficios relacionados con la mortalidad. Y más allá de no cumplir con lo que se publicita, algunos pueden incluso tener efectos secundarios negativos para nuestra salud.
¿Existen riesgos al tomar complementos?
Según la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) sí que existen riesgos. Muchos suplementos contienen ingredientes activos que tienen fuertes efectos biológicos en el cuerpo.
De hecho, según el artículo citado anteriormente de la Asociación Médica norteamericana, se menciona que de todos los casos que terminan en “Urgencias” en el hospital cada año, cerca de 23.000 están relacionados intrínsecamente con el uso de esta clase de suplementos.
Además, de que su ingesta (ya sea acorde con la información aportada en el envase sobre su composición o bien y más grave si incorpora sustancias no declaradas) incrementa el riesgo de interacciones con la medicación que pueden estar usando los consumidores.
La FDA remarca que tomar demasiado de algunos suplementos también puede resultar peligroso. Tales como la vitamina A, la vitamina D o el hierro. Por ejemplo, la hipervitaminosis A, que no es otra que consumir vitamina A en exceso, puede provocar molestos síntomas como vómitos, vértigos y náuseas.
Come mejor
Como dice Juan Revenga:
“En otro tiempo, los suplementos alimenticios, pudieron tener una utilidad evidente, cuando faltaba comida y por tanto nutrientes. Pero hoy, no».
En nuestro entorno no hay ya, afortunadamente, enfermedades carenciales; y si se presentan se suelen deber a malas elecciones a la hora de confeccionar un adecuado patrón alimentario.
Es por eso que es muy importante que la población entienda que, en vez de refugiarse en unas pastillas, en la gran mayoría de veces, la solución pasa por alimentarse mejor. Porque con una dieta variada rica en frutas y verduras frescas, pescado, frutos secos, etc. ya obtenemos los nutrientes que necesita nuestro cuerpo.
A excepción de algunas personas en algunos grupos de población y en circunstancias muy concretas que sí podrían beneficiarse de su efecto. Como, entre otros, el caso de las embarazadas con el ácido fólico y el yodo.
Pero no hemos de olvidar que no hay una “buena suplementación” que arregle una “mala alimentación”. Y que cuando una sustancia beneficiosa y necesaria para una determinada función ya ha alcanzado los valores adecuados, dar más no solo no va a mejorar nada, sino que puede resultar perjudicial.
Ana I. dice
¡Muchas gracias por el brillante y documentado artículo ❗
Quizás en estos tiempos de confinamiento se esté produciendo una elevación del consumo de suplementos nutricionales. ¿Existen datos oficiales sobre este posible incremento?
Maria Lloreda Ferré dice
Hola,
Sí que hay datos oficiales sobre este incremento. La OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) redactó un artículo hablando justo de lo que me comentas. Te lo adjunto para que lo puedas ver https://www.ocu.org/organizacion/prensa/notas-de-prensa/2018/magnesio-230118. La empresa Euromonitor (enlazado en el propio post), también habla sobre el consumo de este tipo de productos.
Espero haberte ayudado. un saludo.