Si los electrodomésticos tuvieran una jerarquía, la nevera sería el la jefa suprema de todos ellos. Piénsalo bien: una casa puede no tener TV, secador de pelo, tostadora, lavaplatos, microondas o lavadora, pero lo que nunca va a faltar en una casa que se precie de serlo es una nevera. Grande o pequeña siempre está presente, ya que juega un papel crucial en la conservación de los alimentos. Dependemos de ella para almacenar de manera adecuada todos los productos perecederos, es decir, aquellos que tienen una fecha de caducidad, hasta que se ingieren.
Aunque no nos lo parezca a simple vista, la refrigeración está estrechamente relacionada con la seguridad alimentaria. Tanto que según la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) un cuarto de las enfermedades de transmisión alimentaria que se producen a lo largo del año, se deben a una mala refrigeración de los alimentos.
Y es que muchas veces nos centramos más en tener bien limpia la nevera, que en colocar adecuadamente los alimentos. Y esto puede ser un error. Porque aunque no seamos conscientes, cada producto (fruta, verdura, pescado, carne, etc) tiene su sitio dentro del frigo.
Ten la nevera a la temperatura adecuada
Algo que debemos tener en cuenta, es que mantener el electrodoméstico a una temperatura óptima, es importantísimo si queremos conservar de manera idónea los alimentos. Ya que, a menor temperatura, el crecimiento de los microorganismos se vuelve más lento, e incluso cuando se alcanzan ciertas temperaturas de congelación (típicamente por debajo de -18ºC), ese crecimiento puede llegar a detenerse.
A lo largo del día abrimos y cerramos incontables veces la nevera. Es normal, está para esto. Pero debemos ser conscientes que cuantas más veces la abramos y más tiempo la mantengamos sin cerrar, más riesgo habrá de que el interior de la nevera tenga una temperatura inadecuadamente alta. Lo que perjudicará a los alimentos. Y además, el consumo eléctrico de la nevera será mayor, igual que nuestra factura de la luz.
Según la OCU, la nevera debe estar entre los 1 y 4 grados para las carnes y los pescados, y entre los 5 y los 8 grados para el resto de los alimentos. Entonces os preguntaréis, si nuestra nevera solo tiene un termostato, ¿cómo la regulamos para conseguir las distintas temperaturas y, conservar así, adecuadamente los alimentos? Pues bien, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, se recomienda que nuestro frigorífico esté siempre a una temperatura máxima de 5 grados.
Una forma fácil de conocer cuál es la temperatura real de nuestro ‘frigo’ es meter un termómetro en un vaso con agua dentro de la nevera.
Además de la temperatura, existen tres claves que debemos tener en cuenta si queremos almacenar correctamente la nevera.
Lo primero que entra, lo primero que sale
- Todos los productos que se introduzcan en el frigorífico estarán convenientemente envasados o empaquetados (salvo las frutas y verduras cuando estén enteras). Todo bien envuelto en su paquetito o en su fiambrera… nada de encontrarnos medios limones vagando huérfanos por el interior de la nevera, ni trozos de pizza “tomando el frío” sobre un plato. Todo tapado.
- Ordenar según el principio “arriba-abajo”. Los alimentos cocinados arriba (que en principio están más higienizados por haber aplicado sobre ellos un tratamiento térmico), y los alimentos crudos abajo (a los que hay que presuponerles una mayor carga de contaminación). Es decir, no dejemos que la gravedad sea un aliado de las contaminaciones.
- Usar según el principio “FIFO” (first in, first out o lo primero en entrar es lo primero en salir). Que lo que viene a decir es que si tienes en tu nevera tres yogures y compras una docena más, que te ordenes tu nevera para que los primeros en salir sean los tres “viejos” antes que cualquier otro de la docena recién comprada. Y así con todo, con la mostaza, las frutas, hortalizas, etcétera.
Una vez tengamos el frigo a la temperatura adecuada y pongamos en pràctica estos tres conceptos, debemos saber que existe otra clave para que nuestra comida sea segura y, evitar así, un posible riesgo de contaminación. Esta recae en la organización de los alimentos dentro de la nevera.
Todo alimento tiene un lugar dentro del frigorífico
Fruta y Verdura
Nos encanta la fruta y la verdura, y como siempre decimos, mejor si es de temporada y por supuesto, de proximidad. Por lo que si queremos mantener el sabor de este tipo de productos, y estirar en cierta medidas su vida útil, la conservación deber ser la adecuada.
De esta manera, el sitio idónea para estos alimentos deberá ser esos cajones de los que disponen todas las neveras para este efecto. Suelen tener una temperatura ligeramente superior y al estar apartados del resto, hace que sea el lugar perfecto. Eso sí, os recomiendo que separéis las frutas de las verduras, así evitarás que el etileno (hormona responsable de la maduración) que generan que algunas frutas aceleren este proceso en aquellas verduras sensibles a esta sustancia.
Carnes y Pescados
Estos productos irán en las baldas más frías, es decir, en las inferiores. También irán en estos estantes los alimentos para descongelar. Que habrán de estar dispuestos en recipientes que recojan el agua líquida que se desprende en el proceso de descongelación. Así evitamos que se contaminen los alimentos de las baldas inferiores.
Lácteos, Embutidos y Platos ya cocinados
Ambos alimentos irán en los estantes intermedios. En cuanto a la comida cocinada, no hay que esperar a que un plato recién preparado se enfríe antes de meterlo al frigorífico. De hecho, lo recomendable es hacerlo al terminar de cocinar, si este no se va a consumir en el momento. Pero mejor si se fracciona la comida en raciones individuales, para que así se enfríe más rápido dentro de la nevera.
La explicación es que, a temperatura ambiente, las bacterias nocivas pueden crecer rápidamente en los alimentos. Una precaución que hay que extremar en verano, ya que el calor puede estropear más rápido los alimentos y favorecer su contaminación.
Huevos, Bebidas, Salsas y otros alimentos
Este tipo de productos no requieren temperaturas extremadamente bajas, por lo que los situaremos en las zonas de la nevera menos frías. Es decir, en la puerta.
Mejor fuera que dentro
Al igual que hay alimentos que deben ir dentro de la nevera (como hemos visto en el punto anterior), hay otros que es mejor dejarlos fuera. Como es el caso de aquellos productos donde su sabor y su aroma son componentes fundamentales.
Los panes de todo tipo
¿Quién no ha puesto alguna vez el pan en la nevera, pensándose que así se iba a conservar mejor? Pues bien, este alimento nunca se debe meter en el frigo por la sencilla razón de que se pondrá duro más deprisa y, por lo tanto, afectará a su textura y a su sabor. Con el pan de molde pasa lo mismo, por lo que es preferible dejarlo a temperatura ambiente dentro del envase o bolsa de plástico en el que lo adquirimos.
Los tomates
Si lo que queremos son unos tomates con un sabor intenso y agradable, mejor no ponerlos en la nevera. Ya que las bajas temperaturas frenarán el proceso de maduración, lo que hará que tengan menos gusto.
Los plátanos
A esta fruta le pasa algo parecido a los tomates. El frío impide que maduren como deben. Esto, a primera vista, parece buena idea pero la verdad es que se quedan demasiado verdes, sin sabor, y si ya estaban en su punto, lo único que conseguimos es que se pongan negros. Cosa que los hace menos apetecibles.
Las patatas
Este tipo de alimentos deberían guardarse en un lugar fresco, seco y oscuro. De esta manera, se recomienda almacenarlas en la despensa y no en la nevera, porque la humedad de esta no las conserva bien.
Las cebollas y los ajos
Al igual que las patatas, estos alimentos, de por sí son secos, por lo que el ambiente húmedo de la nevera los puede ablandar e incluso pueden llegar a pudrirse. En consecuencia deben estar en la despensa en un lugar bien ventilado. Obviamente, si utilizamos media cebolla, se recomienda almacenar la otra mitad dentro de la nevera. Eso sí, bien envuelta.
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